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lunes, 7 de abril de 2014

4º trabajo - Artículos: "Trabajo social de grupo con personas sin hogar: de la soledad al vínculo" y "Eficacia de la terapia grupal en la calidad de vida y el estado emocional en mujeres con cáncer de mama"

En el artículo "Trabajo social de grupo con personas sin hogar: de la soledad al vínculo", se habla de los grupos abiertos como forma de facilitar el vínculo. El hecho de no exigir una asistencia continuada permite que las personas se sientan más libres de permitirse "probar" y acudir. Se trata de un espacio flexible donde todo el mundo es bienvenido y donde las normas del grupo son casi de sentido común.


Al leer en el artículo la experiencia de la sala abierta no he dejado de preguntarme por qué no se continuó realizando ese grupo de manera tan abierta, valga la redundancia. Considero casi imprescindible que en los centros de atención a personas, sean del colectivo que sean existan espacios abiertos con muy baja exigencia y que faciliten que la persona encuentre en él un lugar seguro, de confianza, donde posteriormente poder depositar sus necesidades, y a partir de ellas, acompañarles en su proceso de recuperación.


Se relata como la experiencia de grupo es enriquecedora desde que se comparten vivencias y opiniones, y eso ayuda a "reconocerse distinto a los demás", a entender que hay un otro y a ocupar un lugar de importancia dentro de la vida del otro.
En cuanto a romper dicotomías, la dinámica del "todo o nada", me parece fundamental en el trabajo con personas. En muchas ocasiones tendemos a movernos en ese tipo de valores y estar en grupo, pensar en grupo, construir en grupo nos facilita una escala de grises que no contemplábamos antes.


"Muchas veces uno escucha, no lo que el compañero dice, sino lo que uno mismo puede escuchar". Debemos partir de la base de que cada persona llega a nuestro recurso desde un lugar propio personal e incuestionable. No podemos ni debemos forzar a la persona a que se coloque en otro lugar, sino que debemos acompañarla desde donde está. Para ello, es imprescindible pararnos a escuchar, ayudar al otro a construir un pensamiento a través de la palabra.
Por ello me parece tan importante la existencia de grupos abiertos en los que la persona pueda acudir desde su momento personal porque no van a haber exigencias que la persona no va a poder tolerar. (Partiendo de la base de que estar en grupo es difícil en sí mismo).


Me ha gustado especialmente la idea de que a través de grupos abiertos, surgieran algunos grupos cerrados, porque entiendo que surgieron desde las necesidades compartidas en esos espacios.
Los grupos cerrados que se nos plantean en este artículo se realizan a través de la observación el juicio y la actuación. Se trata de grupos psicoeducativos en los que el profesional tiene el lugar de experto y es el que forma.
Personalmente, aunque considero que el profesional sí tiene algo de saber (que no es para nada absoluto) mi experiencia con grupos ha resultado más positiva cuando es el grupo el que piensa y el que construye un saber a través de la comunicación y la cooperación entre los participantes.


En las fases de inicio y desarrollo del grupo se explica que son los profesionales los que detectan una necesidad y los que crean el grupo. Llevo un tiempo cuestionándome si esto podría/debería hacerse desde otro lugar, es decir, con los usuarios. Sé que esto es más difícil y probablemente mucho más lento que si el profesional construye él solo los espacios. Pero ¿no serían espacios más útiles si se construyeran conjuntamente? Creo firmemente que la transparencia del profesional es fundamental, y mucho me temo que cuando escuchamos a un usuario, en un momento determinado dejamos de escucharle para presuponerle. Debemos estar mas atentos en poder devolverle lo que estamos pensando en el momento en el que está existiendo la comunicación, porque sólo así existirá una comunicación real.
Y me planteo esto entendiendo que en ocasiones es necesario dar hechos los grupos, pero resistiéndome a creer que siempre tenga que ser así, pensando que en ocasiones esto de hace por comodidad del profesional y por tradición, ya que construir algo desde la nada con un grupo de personas es mucho más costoso, lento y difícil.


Sin intentar desvalorizar el trabajo que se realizó con los grupos cerrados para las personas sin hogar, hay una cosa que me ha llamado especialmente la atención, se recoge en el artículo que "no se deben tapar los conflictos", que en alguna ocasión "se ha parado la actividad para poder resolver conflictos", pero más tarde se comenta que "en la sala contigua hay siempre un profesional por si fuera necesario contener a alguna persona que venga muy desbordada". ¿Acaso el grupo no es en sí contenedor?, ¿no se está tapando el conflicto al tratarse fuera del grupo y además, por un profesional? En mi humilde opinión, si una persona comparte una situación personal de desborde en un grupo, eso es algo muy valioso que el grupo debe reconocerle pensando juntos sobre eso...


También el hecho de que la función de la alumna en prácticas fuera observar y aprender, y no participar, me hace cuestionarme si algunas de las ideas recogidas en el artículo son "ideales", pero no "practicables" en sus grupos. En mi recurso, cuando una persona ha acudido a realizar prácticas, se le pide que entre en los grupos como participante. Actualmente vienen dos alumnas de prácticas al grupo multifamiliar y nos parecía necesario que no entraran como meras observadoras, ya que sólo se aprende experimentando, y que el hecho de que participen en el grupo ayuda a que puedan posicionarse como profesionales, pero también como personas. Es necesario vivir un grupo desde dentro para poder entenderlo. El profesional debe mantener un equilibrio entre distancia y cercanía que permita que el grupo sea terapéutico, pero si la balanza se inclina hacia uno de los dos lados, cercanía o distancia, dificultará la formación del grupo.


Cuando se citan en el segundo artículo propuesto para la lectura era el de "Eficacia de la terapia grupal en la calidad de vida y el estado emocional en mujeres con cáncer de mama" los beneficios de la terapia de grupo, echo de menos el que a mi juicio es más importante, que es el poder del grupo en sí mismo. Soy consciente que está escrito desde una perspectiva cognitivo-conductual, pero existen conceptos grupales en el artículo que distan de lo que yo entiendo como grupo. Por ejemplo, se habla de "apoyo mutuo", en realidad, los grupos de ayuda mutua se autogestionan y en ellos no participan profesionales. Es cierto que el trabajo con grupos facilita la empatía y la cooperación entre los participantes, pero el objetivo en sí mismo, bajo mi punto de vista, no debe ser que entre ellos se generen lazos de apoyo mutuo, sino estaríamos hablando de facilitar la creación de un grupo (por su cuenta) de usuarios que deseen reunirse para ayudarse mutuamente y sin la intervención de un profesional.


También me planteo si la formación de un grupo no conlleva mas tiempo que 6 sesiones de dos horas cada una. En mi experiencia con grupos, la formación de los mismos es todo un proceso, normalmente se tarda varias sesiones en empezar a sentir al grupo como grupo, como se ha explicado en anteriores lecturas, existen diferentes fases (cíclicas) en los grupos y todo grupo necesita unas sesiones de "acople", de poder "tantear", de resistencias al grupo, de miedo a la pérdida de individualización, y de comienzo de trabajo grupal... Me parece realmente complicado llegar a nombrar como "grupo" a los que se realizaron de estado de ánimo y de autoestima y habilidades de comunicación. Y esta vez no parto de la base de mi experiencia con grupos de personas con trastorno mental grave, sino de mi experiencia con grupos en general y mi particular visión y concepto de los mismos. Yo no entiendo como grupo una reunión de personas en las que una de ellas explica conceptos y herramientas y se va. Para mí un grupo es un lugar donde existe interelación, un grupo es dinámico, está en continuo proceso...


También entiendo que los grupos formados para mujeres con cáncer de mama fueron creados para realizar una investigación y que el verdadero motivo de la formación de un grupo está muy presente en el mismo aunque queramos darle otro cariz. Es decir, si creamos un grupo para demostrar algo, difícilmente podremos dejar de pensar en el objeto de estudio para poder entender al grupo como tal, para construir con él.




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